Imaginando la presencia humana en este enigmático mundo
Llegamos a nuestro siguiente destino, Saturno. Un lugar extraordinario, no solamente por el propio planeta y su hermoso sistema de anillos, verdadera joya del Sistema Solar, sino por disponer de una inmensa familia de lunas, entre ellas quizás las 2 más increíbles de cuantas conocemos, Titán y Encélado. Una inmensa, con su propia y densa atmósfera, que de no ser un satélite y girar alrededor de Saturno sería sin lugar a dudas considerado un planeta de pleno derecho, y la otra diminuta, apenas 500 Kilómetros de diámetro, pero a pesar de ello escenario de una actividad geológica incesante, dentro de la cual destaca, como no podría ser de otra forma, sus enormes plumas de vapor de agua, que emergen de lo que parece un océano subterráneo. ¿Cuál de las 2 podemos elegir para asentarnos? Imposible descartar ninguna de ellas, es marcar una y acordarnos de las maravillas de la otra. Por tanto probaremos ambas. Nuestra estancia se prolongará aquí algo más de tiempo.
¿Titán o Encélado? He ahí la cuestión...
Y la primera será la majestuosa Titán, que con su densa, nubosa y densa atmósfera no deja de fascinar a los astrónomos desde hace décadas. Y aún más cuando la sonda Cassini reveló la existencia de grandes lagos y mares, especialmente en la zona polar norte, así como signos evidentes de una actividad equivalente al ciclo hidrológico de La Tierra, aunque es el Metano y Etano líquido quienes cumplen la función del agua, aquí tan congelada que tiene la dureza de una roca. No podemos evitar la tentación de instalarnos en las costas de uno de estos mares, aunque sin duda el olor, por razones evidentes, no nos resultaría agradable. No todo puede ser perfecto.
Muy bonito, pero anda a buscar tu máscara de oxígeno.
Sin embargo Titán es el mundo más acogedor de cuantos hemos visitado. Ciertamente los -179 Cº no es una temperatura fácil de manejar, pero con una atmósfera densa que nos regala una presión atmosférica notablemente cercana a la terrestre, apenas un 50% superior. Eso nos permite ahora algo inimaginable en Venus, Mercurio o Marte, y es prescindir de un traje espacial para movernos por la superficie. Una máscara de Oxígeno y un traje con suficiente capacidad aislante como para protegernos del intenso frío serían suficientes para realizar una expedición al exterior. Es aquí cuando comprendemos porque algunos astrónomos consideran a Titán una especie de Tierra congelada, aún capaz de acogernos con mayor amabilidad que el resto de mundos conocidos.
A -179° C, ciertamente debes cubrirte de pies a cabeza.
No sólo eso. Para hacerlo aún más especial, la combinación de una atmósfera densa con una baja gravedad nos permitiría saltar a gran altura y luego deslizarnos por ella como si fuéramos un Ala Delta. Quizás si movemos las brazos con suficiente impulso seríamos capaces incluso de sostenernos en el aire durante un tiempo. Puede ser una Tierra congelada, pero es evidente que tiene sus propias normas de juego. Y estas son realmente divertidas.
Tomando impulso...
A diferencia de otros lugares, aquí la meteorología si tiene un papel importante. En nuestro caminar podríamos ser testigos de alguna tormenta, que diera lugar a una cortina de lluvia, aunque en Titán está formada por Metano, que aquí, como el agua en nuestro planeta, puede existir en estado líquido, sólido y gaseoso. Es por ello que podemos ver fenómenos climáticos tan parecidos a los terrestres, algo que se hace aún más patente cuando un río se cruza en nuestro camino, dirigiéndose hacia las costas marítimas, formando en algunos casos deltas igualmente familiares. Las precipitaciones alimentan estas corrientes, que desembocan en un lago o mar, para evaporarse y reiniciar así el ciclo. Todo es tan conocido que no podemos evitar sentir un escalofrío, y mirar a nuestro alrededor, esperando encontrarnos algún tipo de forma de vida compleja que nos estuviera observando. No parece ser este el caso...que nosotros sepamos.
No creo que haya algo así en Titán, pero quién sabe...
Tormentas, pero no fenómenos extremos, como tornados o huracanes que nos puedan amenazar, como tampoco lo hacen rayos cósmicos y meteoritos, bloqueados por la densa atmósfera; o sismos de cierta intensidad. Realmente es un ambiente bastante benigno, el más benigno de cuanto hemos encontrado desde que dejamos La Tierra.
Puede que haya una lluvia intensa, con algo de viento y aderezada con algunos rayos, pero algo reamente fuerte, naaaah.
Esperábamos un lugar tremendamente oscuro, ya que a la gran distancia al Sol se le añade la eterna capa de bruma que rodea a esta luna, pero nos sorprendemos que no sea así. Sí, ciertamente hay poca luz y nos alegramos de llevar linternas con nosotros, especialmente para superar según que obstáculos, pero aún así el ambiente sigue siendo cientos de veces más luminoso que el de una noche de Luna llena en La Tierra, y podemos ver al lejano Sol reflejándose en las aguas del Kraken Mare, el mayor de los mares de Titán. Nuevamente tenemos una sensación de familiaridad inquietante, de que tarde o temprano "algo" podría salir de las aguas para intentar atraparnos si nos aproximamos demasiado. Por primera vez nos planteamos realmente la posibilidad de que no estemos solos. Así es esta luna increíble.
Ciertamente, un destino más hermoso y excitante que Marte...
En nuestra lista de posibles nuevos hogares planetarios, Titán se coloca por derecho propio en primer lugar. Solo la gran distancia a La Tierra, y con ella el retraso en las comunicaciones, ponen un punto negativo al asunto. Pero es poco importante comparado con las evidentes ventajas.
Hasta el momento, y por lejos, la mejor opción para quedarnos.
Ahora nuestra odisea interplanetaria continúa y toca saltar hacia nuestro siguiente objetivo, Encélado, la diminuta luna de los gigantescos géisers.
Infografía: viviendo en Titán.
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